Resulta que un día yo iba ahí re tranqui caminando por la calle, cuando me encuentro con un poste de esos que se ven siempre diciendo “está bueno buenos aires” con la cara de macri ocupando medio afiche, o mostrando la propaganda de algún canal masivo tipo Telefé. Resulta que este “afiche”, mostraba la propaganda de un comercio de videojuegos llamado “Real píxel”. Me pareció raro, porque estaba seguro que nunca lo había visto, y para tener uno de esos afiches había que transar, o poner la re guita. Entonces, como estaba al pedo, me decidí a ir a mirar a ver que tal el negocio. Miro la dirección, que estaba anotada ahí, y me decido a ir. Me encamino hacia delante como atraído por el Psycho Mantis allá por la época de PSX. Mi ansiedad por ver el negocio no tenía límites. No tenía noción del tiempo ni del lugar, mis piernas me guiaban totalmente, me sentía un personaje de videojuegos. Pronto mi vista se nubló, y lo único que veía era un mundo virtual, compuesto por unos pocos píxeles, pero que detallaban todo a la perfección. Pronto empezé a ver a las personas caminando a mi alrededor, haciendo cosas cotidianas mientras me veían a mí como un bicho raro. Pero ellas no eran personas comunes. Estaban compuestas por enormes píxeles, y se les distinguían con mucho esfuerzo sus partes del cuerpo y su ropa. Sus ojos compuestos de dos o tres pixeles me miraban fijamente a mí, como si fuera un demonio o algo parecido. Pero yo seguía caminando sin apenas prestar atención, guiado por una fuerza extraña que tiraba de mi como una marioneta, en un mundo 2D lleno de personas pixeladas y la calle plana, sin modificaciones ni pozos. Cuando iba a cruzar Corrientes, empezé a ver a bicicletas idénticas a las de Excitebike, sin ningún conductor, que me invitaban a subirme a ellas y a andar por la calle llena de obstáculos y rampas. Pero la fuerza que me llevaba al negocio era más fuerte que cualquier cosa, y no me permitió perder tiempo en unas bicis pixeladas. Seguí andando, todavía sin una noción clara del tiempo, solamente recordaba que había cruzado Corrientes. Pero poco a poco la fuerza empezó a dejarme en paz, yéndose lentamente y haciéndome recuperar la noción del tiempo por completo. Poco a poco las personas volvían a ser normales, las calles seguían teniendo pozos, las bicicletas eran conducidas por personas y todo volvía a la normalidad. Pero antes de darme cuenta de todo esto, me encontré de cara a un lugar con un cartel muy (demasiado) grande diciendo “Real Píxel”, que ocupaba varias casas alrededor, y un negocio bastante chico, donde se veía desde la vidriera una colección enorme de cartuchos de Famili y de Sega. En la puerta se encontraba un cartel con varios goombas pixelados, y con Mario de los 80 pisándolos como a ratas. Yo quería entrar, lo iba a hacer, pero igual sabía que era imposible que no lo hiciera, porque una fuerza negativa me repelía de cualquier otro destino. Entré por el pasillo, y comenzé a caminar lentamente, mirando las estanterías a mi alrededor, llenas de cartuchos de FAMILI y SEGA. Pero era raro, porque a pesar de mi alto conocimiento de juegos retro, no conocía nunguno de esos juegos exhibidos, la mayoría japoneses, muy raros y con etiquetas casi vacías, sin siquiera la imagen de un personaje en ellas. Por qué estaban estos cartuchos en un negocio de videojuegos moderno, nadie podría saberlo. Al acercarme comenzé a ver también tomos de mangas viejos y desgastados, de series desconocidas en occidente. Este lugar me empezaba a asustar, quién vendría a un lugar con juegos antiguos y mangas desconocidos? Cuando iba llegando vi al vendedor, un tipo con aspecto sombrío vestido de negro, con una capucha, y fumando un cigarro, sin casi prestarme atención. Mi miedo me superó y quise salir corriendo de aquel lugar desolado, pero la fuerza volvió, esta vez más fuerte que nunca, impidiéndome alejarme un paso. Seguí caminando derecho hacia el mostrador, intentando no gritar ni mostrar signo alguno de miedo ni debilidad. Llegé y me puse cara a cara con el tipo. Me costaba respirar y mirarlo al mismo tiempo, su mirada imponía respeto, y no pude evitar pegar un pequeño grito, que él ignoró al decirme:
- ¿Qué cojones quieres, cabrón?
Casi sin respiración, le respondí demasiado asustado:
-¿Titit-ene alguna consola para propropro-bar juegos?
-Pasillo derecho, a la izquierda, de nuevo izquierda, de nuevo izquierda y creo que después.......-se quedó pensativo durante unos buenos minutos, en los que me tranquilizé un poco y me dispuse a aclarar las ideas. Por qué me decía pasillo derecho, y me daba indicaciones si no existía tal pasillo? Habría algún interruptor, o me quiere poner una trampa, no será que...
- A sí, luego otrá vez a la izquierda, y va a encontrar la famili y una Sega más vieja que mi vieja, jeje.-dijo con un tono mucho más tranquilo, intentando dar gracia, y yo por supuesto le seguí la corriente:
-Jaja que gracioso señor, gracias por las indicaciones
-Morite- me respondió cambiando de carácter drásticamente.
Sin responder me fui hacia la derecha, y vi un cuadro de un kupo. Intenté tocarlo, sacarlo (sin hacer ruido), girarlo y demás pero no me respondió. Finalmente me decidí a salir corriendo, pero del cuadro salió una voz diciendo:
-Contraseña, kupo.
No se me ocurrió nada y tiré la primera palabra que me vino a la mente, retro. De pronto una puerta se abrió frente a mí, tirando el cuadro tras de sí, y mostrandome un camino poco iluminado. Apenas entré comenzé a caminar, y a ver carátulas de juegos retro más conocidos. Zelda, Mario, Metroid, Sonic entre otros aparecían en forma de posters pegados en la pared. Al verlos me acerqué, y me fijé a ver como eran. Debajo de cada uno, bien escondido había un botón rojo. La fuerza me volvió a atacar y me obligó a apretar el botón de Zelda. Apenas lo toqué, Ganondorf cobró vida y se me apareció, dispuesto a aniqularme. Mi miedo fue tal que salí corriendo en dirección a un laberinto extraño, justo delante mío. Comenzé a avanzar corriendo desesperado, sin saber a donde ir, escuchando los gruñidos de Ganon detrás mío, y sus hechizos rebotando contra las paredes. Mi miedo era tal que me olvidé las indicaciones de el "de negro" y comenzé a correr sin una dirección definida. De vez en cuando me topaba goombas, y con metroids. En ese caso salía corriendo para la otra dirección. Pronto se convirtió en un camino sin fin, yo solo contra Ganondorf y oleadas de goombas, metroids y fantasmitas de pacman (si, leyeron bien, fantasmitas de pacman). Mi desesperación se acrecentó al ver que me había quedado en un camino sin salida. Comenzé a golpear la pared, y nada. La besé, la miré de ambos lados, me adorillé, hize cualquier tontería para ver que iba a suceder, pero nada. Cuando perdí mis esperanzas, vinieron todos los enemigos a por mí, y como por arte de magia se abrió una compuerta al lado mío, y sin dudar me lanzé al vacío. Por suerte me recibió un tobogán , y tras andar varios minutos por él, caí en un piso virtual, dándome un buen golpe. Cuando recuperé la conciencia miré a mi alrededor, y vi dos consolas en el piso, conectadas a un televisor de plasma. Eran una Famili y un sega!!!!
Me dispuse a jugar cuando me di cuenta.....